31/7/08

Up & Down & Out

Carlos Domínguez, que tenía alquilado el Up & Down hasta mañana, nació el mismo año que la célebre discoteca que cerró la noche del martes. Triste, pero conformado, el joven empresario llevaba dos años con la mítica sala, que, con otra audiencia, seguía llenado. Su clientela principal son los jóvenes, de 14 a 16 años, en unas sesiones especiales de viernes y sábados por la tarde, que han quedado huérfanos de uno de sus espacios favoritos. Domínguez, que pertenece a una familia de empresarios y sabe muy bien de qué va el negocio, se quejaba de la poca atención que ha recibido por parte de sus "caseros", Catalana de Occidente, de quienes, dice, no ha recibido más que desprecios. "No quisieron ofertas como la de pagarles casi el doble del alquiler que me pedían o de adelantarles el pago un año. No atendían mis llamadas y ni siquiera los abogados nos informaron de nada".

Para no entorpecer las labores de desmontaje del Down, la noche del martes, prácticamente reservada al personal de la casa y amigos, sólo abrió el Up. Y lo hizo dos días antes del cierre porque ya le advirtieron que aunque el contrato finaliza el jueves, esa noche ya se considera inhábil pues pertenece en buena parte al día 1 de agosto.

La joven clientela del Up & Down tendrá a partir de septiembre una cita diaria en el Pom-Up, en Plató, 13, y a buen seguro unas sesiones de discoteca viernes y sábados por la tarde en una discoteca de la Gran Via. Pero Domínguez no es optimista: sabe de la nueva Barcelona y los problemas que plantea la noche por parte de las administraciones. Así que se tomará un mes de vacaciones y a la vuelta decidirá.

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