Coincidí en el aeropuerto de Londres, Heathrow, con un periodista, antiguo conocido mío de un prestigioso diario europeo. Me preguntó cómo veía yo la crisis. Le dije que no la veía tan mal como la mayoría de sus colegas de la prensa. Entre que el inglés es un idioma escueto y que quizás se lo dije bruscamente, se quedó un poco cortado. Me disculpé y le expliqué que, en realidad, no todos eran así. Que, por ejemplo, esta semana el Financial Times había reconocido que Carrefour iba bien y que el grupo Gucci y Hermès habían dado buenos beneficios, superiores a los esperados. Que The Wall Street Journal había confesado que L´Oréal había incrementado su beneficio un 6,6% en la primera mitad del año (comparado con el año anterior) y que Tiffany había doblado su beneficio en el segundo trimestre y anunciaba para el 2008 resultados mejores que los previstos. Que The Independent aceptaba que las grandes empresas británicas iban a generar más fondos que los previstos (en su conjunto). Le comenté que algún medio español concedía que El Corte Inglés está sorteando la crisis razonablemente bien, que Argentina devuelve su deuda, que el Deutsche Bank España gana un 20% más...
Me salí como pude dándole una relación de buenas noticias encontradas en rincones de la prensa nacional e internacional de esta semana. Sonrió y me dijo: "Hay muchos periódicos que tienen problemas y esto crea mucha tensión". No se me había ocurrido. ¿Qué haría yo si tuviese que hacer el telediario sabiendo que cada día me miraba menos gente y que mis jefes estaban planteándose quitar a uno de los dos presentadores? Me interesaría más anunciar la caída de un avión que una subida del Ibex 35.
La realidad es que hay empresas que van bien, gente que tiene dinero y está agazapada para saltar en cuanto le parezca que algo es una oportunidad y empresarios que inician proyectos nuevos en España y en el mundo. Y los hay hasta en los sectores más tocados. Y como hay empresas que van bien (desde el consumo de 3 por el precio de 2, hasta las grandes marcas de uno por el precio de tres) nadie debe aceptar como razón para unos resultados flojos lo de "es que hay crisis", dando a entender que no se puede hacer nada.
Tampoco resolveríamos el problema echándole la culpa al gobierno. Ya sé que nosotros no lo hacemos, pero no se pueden imaginar cómo ponen mis amigos de Londres a su Gordon Brown. Es como si hubiese montado él solo la crisis global, y viéndole se nota que es incapaz de montar una crisis. Los ingleses dicen que Gordon Brown debería acelerar la construcción de las infraestructuras que están bien identificadas y que hacen falta; estimular a los empresarios con incentivos para la creación de nuevas empresas, la innovación, las adquisiciones y la racionalización; hacer más para atraer inversión extranjera (sobre todo de indios y chinos), poner a los bancos en fila, recordándoles que ellos tienen la culpa de lo que pasa (los bancos británicos, claro) y animarles a trabajar duro; incentivar la compra de pisos (ya lo va a hacer), y reducir la burocracia para ahorrar gastos y facilitar las decisiones empresariales. Menos mal que nosotros no tenemos que preocuparnos de estas cosas.
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